Contaban los tepehuanos que el sol había comunicado a la estrella de la mañana que iba a crear a los hombres que habitarían la tierra y que de ellos harían siete razas. Un duende que vagaba en el espacio y que llamaban Cachinipa, que era el genio del mal, escuchó aquella confidencia y creó un enorme dragón de siete cabezas, que debería deborar a las siete razas que el sol proyectaba crear. Se escuchó en el mundo un pavoroso estallido y en una lóbrega caverna apareció el monstruo, con ojos de color sanguíneo en cada cabeza, con formidables garras y un enorme aguijón en la cola. Era un asqueroso reptil que se deslizaba con rapidez vertiginosa y que tenía dos alas poderosas para cruzar los mares y los abismos.
Aquel dragón recorría el mundo en busca del primer hombre para devorarlo y, guiado por Cachinipa, llegó una mañana al sitio paradisiaco en que aquel naciera. Se lanzó sobre éste con las fauces abiertas; pero en ese momento un águila colosal descendió rápidamente a aquel sitio, cogió al niño entre sus garras y lo llevó a un enhiesto picacho poniéndolo a salvo y regresando enseguida al lugar en donde había quedado el dragón con el que entabló una lucha espectacular dándole al fin la muerte.
Ante aquel fracaso Cachinipa envió unos formidables lagartos que ataron a un árbol al primer hombre para que un nuevo dragón lo encontrara indefenso, pero un conejito trozó con sus dientes las ligaduras, el hombrecito se puso a salvo huyendo sobre el lomo de un venado y como el niño estaba hambriento, el conejo se sacrificó para alimentarlo con su carne.
La fábula narrada explica el porque el culto de los tepehuanes al águila, el venado y el conejo.
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En otra ocasión Cachinipa reunió al pie de la montaña donde moraba el niño, dragones, caimanes, escorpiones, serpientes, tarántulas y otros muchos animales malignos para que invadieran el cerro y mataran al primer hombre. Y muy de mañana una paloma torcaz cantaba tristemente en la cumbre de un pino:
- ¡Cú, cú...Cú, cú!
- ¿Qué tienes palomita?, le dijo una abeja, ¿Por qué cantas tan tristemente?
- Es que el rey del mundo esta en peligro, y no puedo defenderlo, contesta la paloma.
Así fueron pasando los animales y se reunió un ejercito formidable de cuadrúpedos y volátiles, formando estos últimos una nube que obscurecía al sol. Se entabló un espantoso combate que duró muchas horas hasta que un rayo fulminó a los agresores.
Los animales que habían luchado en defensa del niño fueron acercándose a la caverna donde habitaba el niño, a saludarlo llevándole flores y frutas.
- Tu, dijo el niño a la abeja, por tu lealtad, tendrás el alimento más dulce; pero elude la guerra que es contraria al bien, si atacas serás mortalmente castigada. y desde entonces la abeja que pica se muere.
- Tú, que al ver los preparativos que se hacían para defenderme, diste aviso a Cachinipa, serás castigado, dijo al tecolote. No volverás a ver en el día, no te privaré de la vista pero solo verás en la obscuridad.
- Tú, zopilote que por miedo te pusiste a la retaguardia y para simular que combatías picabas a los muertos para embadurnarte el pico de sangre, de muertos te alimentarás.
Llamó al cuervo, que entonces era blanco, y le dijo: por haber traicionado a los tuyos huyendo del combate, en lo sucesivo seras negro como la traición.
- Tú, palomita por humilde y tierna, serás venerada y representarás a la vida, a la ternura y al amor.
Así fue premiando o castigando, según el caso a los animales y marcándoles su destino.
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El niño creció, estando en los albores de su juventud, una mañana de primavera, descendió a una florida barranca en cuyo fondo encontró un gran manantial circundado de hermosísimas y perfumadas flores.
Fue indescriptible su sorpresa al ver a una joven hermosísima sentada en un peñasco que se alzaba en medio del agua como un pequeño islote. Contemplándola anonadado, sintió palpitar intensamente su corazón a impulso de su sentimiento de admiración y simpatía; hervía la sangre de sus venas al calor de una sensualidad que hasta entonces no había en él despertado.
Y se inició el idilio entre el primer hombre y aquélla joven hija de la luna y, por esta, predestinada para madre de la raza humana.
Aquella pareja, dio origen, según la leyenda tepehuana, a la raza cocoyeme, que fue de pequeña talla y habitó en lugares intrincados e inaccesibles donde buscó por su debilidad un resguardo para su vida.
no mames aver si la asen mas corta
ResponderEliminarDónde puedo encontrar más narraciones como esta?
ResponderEliminarDónde puedo encontrar más narraciones de tepehuanos?
ResponderEliminarHola!Disculpa q te responda hasta hoy, últimamente no he actualizado este blog.
EliminarPara serte sincera para mi no ha sido fácil hallar fuentes sobre el tema. El libro de Leyendas de Durango del Lic. Gamiz incluye varias narraciones Tepehuanas. También en la librería del Fondo de Cultura Económica he encontrado algún libro. El Museo de Culturas Populares es otro sitio donde puedes encontrar bibliografía relacionada. Suerte! Y ojala puedas compartir con nosotros lo que encuentres. Saludos!!