2.07.2009

Sin palabras

¿Quienes hicieron los planes de estudio en la época que fui a la escuela? Para mí existían Grecia y Roma, pero México no.

Estudié etimologías griegas y latinas, pero nadie me dijo nada de la riqueza de las lenguas indígenas, de su honda y múltiple presencia en el hablar mexicano.
Aprendí de memoria las Siete Maravillas del Mundo, pero no me dijeron que México tiene mil más que maravillan.

Me contaron la historia de mi patria como la de una continua lucha entre los buenos y los malos, y sólo cuando salí de la escuela pude aprender que ni los buenos eran tan buenos ni los malos tan malos. Ahora que voy y vengo, que entro y salgo, que subo y bajo, que camino y vuelo por todos los rumbos del país, vivo en un éxtasis perpetuo.

Oigo palabras no sabidas que apunto y hallo luego en los libros. Voy a los nobles sitios que adoraron al sol nuestros antepasados y me deslumbro con sus piramides y templos, prodigios mayores que muchos de los que en Europa miran los turistas.

Luego penetro en las iglesias coloniales; me hundo en las locuras ultrabarrocas y churriguerescas, y vuelvo a la razón con el severo equilibrio de Tresguerra.
Recobro el perdido paraíso en los tianguis con sus frutas edénicas y esdrújulas:jícama y guanábana.

Miro desde lo alto del cielo las sierras, los volcanes, las selvas, el desierto, el mar tierno y salvaje, las monstruosas ciudades, los suaves pueblos de pared blanca y techo rojo, y miro el rostro de la gente; los ojos de los niños, la sabia lentitud de nuestros indios, que saben cosas que jamás sabremos los ladinos porque tenemos varios lados.

Y comulgo a la patria, me la comulgo en sus sápidos guisos increíbles que Brillat-Savarin ni siquiera alcanzaría a contar así contara dos mil años de vida.

¿Por qué Dios santo, por qué no aprendemos a amar con fiera pasión a este país hermoso, tan noble, tan dolido, que todo nos da y al que le regateamos todo?¿Por qué dejamos que lo ensucie la indignidad?

¿Por qué trabajamos, así sea en la corta medida de nuestra pequeñez, para hacer que mañana sea la patria mejor de nuestros hijos y de los hijos de ellos?

Por Catón.

Extraido de El Tesoro de un Regalo Excepcional . Roger Patrón Lujan. págs. 168-169.

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